El primer anciano simplemente dijo:
— ¡Hay que descargar dos mil años de cultura!
A lo que el segundo agregó:
—La indigestión del arte sólo se purgará con el ayuno del arte.
Y el tercero no se quedó atrás:
—¿Cómo no sentir terror ante el lienzo por pintar o la hoja en blanco sobre la mesa? Se ha dicho todo, se ha dicho demasiado.
El cuarto no pudo abrir la boca y el quinto, más breve que los anteriores remató:
—Démosle garrote al pasado.